25 de junio de 2008

Comentario Literario


Seguimos con un comentario literario enviado por el Primero Medio C.


- Luis Sepúlveda, “Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar” -


De sus obras he conocido tres: “El viejo que leía novelas de amor”, “Nombre de torero” e “Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar”, además de algunos cuentos recopilados en antologías. He leído a Luis Sepúlveda y he disfrutado sus historias y lo bello y lo simple han quedado repicando en mi memoria. Ahora he regresado a “Historia de una gaviota…” (1996) y vuelven a cobrar vida en mi ojo lector el honor del gato Zorbas; la camaradería de sus amigos Sabelotodo y Barlovento; la amable factura de las frases del texto y la poética que le atraviesa.

Se le agradece a Sepúlveda esta obra limpia y clara como vertiente. Suave, cantarina y sin grandilocuencias, pero no por todo eso un trabajo pobre o almibarado. No, no. Más bien, ¡sorprendente! Pues vaya que se requiere oficio para aplicarse a tonos y temas que fácilmente podrían caer en la sensiblería y hacerlo sin dejarse arrastrar por ese empalagoso despeñadero.

Sepúlveda camina sobre la cuerda floja y lo hace con gracia: su historia, delicada, goza de una dosis precisa de dulzura sin hostigar. Como en esa sabrosa enumeración del capítulo 6 de “Historia de una gaviota…”, en la que destacan las “1300 marionetas de Sumatra que sólo habían interpretado historias de amor; las 256 brújulas que jamás perdieron el norte; las 1200 hamacas de yute que garantizaban los mejores sueños o las 160 ruedas de timón de barco mareados a fuerza de dar vueltas al mundo”.

El lenguaje es otro bastión del escritor nortino, Sepúlveda nació en Ovalle, Chile, en 1949. Es probable que su permanente andar por el mundo sea lo que le regaló tantas imágenes para armar frases tan simpáticas como las del gato Barlovento, “un auténtico gato de mar”, que había maullado en puertos como Rotterdam, Amberes y Copenhague. Ese gato viajado es el de las divertidas exclamaciones: “¡Por los colmillos de la barracuda!, ¡Por la tinta del calamar!, ¡Por las patas del cangrejo!”, por recordar algunas.

Cuando se busca un texto para recomendar a un joven lector, al amigo que necesita recuperar un poco de esperanza o para retomar el placer de leer sin afectación el gato Zorbas y la gaviota Afortunada son buena compañía. Destilan una buena dosis de humanidad y de sentido común:
“- El humano de Bubulina? ¿Por qué él?- consultó Colonello.
- No lo sé. Ese humano me inspira confianza –reconoció Zorbas-. Le he oído leer lo que escribe. Son hermosas palabras que alegran o entristecen, pero siempre producen placer y suscitan deseos de seguir escuchando.
- ¡Un poeta! Lo que ese humano hace se llama poesía… Aseguró Sabelotodo.
- ¿Y qué te lleva a pensar que ese humano sabe volar? – quiso saber Secretario.
- Tal vez no sepa volar con alas de pájaro, pero al escucharlo siempre he pensado que vuela con las palabras –respondió Zorbas.

Eso mismo es lo que regala Sepúlveda: un vuelo, un viaje en alas de alfabeto.





Parafraseando a Beatriz, especialmete dedicado a aquellos padres que buscan un texto para recomendar a los jovenes lectores.


Nuestro agredecimiento por su valiosisima contribucion a: Beatriz Croquevielle O. (Cultura 1MC)


Blog Team

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